Poco antes de iniciar la invasión, Putin insistía en que había que «desnazificar» Ucrania, obviando que este país fue uno de los que más sufrió la barbarie con una de la mayores matanzas perpetradas por la Alemania nazi entre el 29 y el 20 de septiembre de 1941


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Resulta sorprendente que Vladimir Putin justificara el inicio de la guerra por la necesidad de «desnazificar» Ucrania, sobre todo si tenemos en cuenta que el está gobernado por un presidente de origen judío: Volodimir Zelenski. El mandatario ruso, además, aseguró que «lo que está sucediendo hoy en Donbass [la región formada por Donetsk y Lugansk] es un genocidio», olvidando que este pueblo es precisamente el que ha sufrido las mayores matanzas del siglo XX por parte de dos dictadores sanguinarios como Stalin y Hitler.

Reportaje sobre 'El Libro Negro'
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Reportaje sobre 'El Libro Negro' - ABC
No es la primera vez que Putin tacha de «genocidio» la acción de las tropas de Zelenski en el este de Ucrania, a cuyos mandos militares ha llamado «nazis» en numerosas ocasiones. El ejercicio de manipulación histórica del presidente ruso es llamativo y tiene como único objetivo culpabilizar al país de que él se haya «visto obligado» a invadirlo.

Prueba de ello es que, en diciembre, el jefe del Kremlin ya insistía en propagar la idea de que los habitantes prorrusos de Donbass «sufren discriminación, que es el primer paso hacia el genocidio».

Putin tiende a pasar por alto el genocidio comentido por Stalin en Ucrania, conocido como ‘Holodomor’, que acabó con la vida de siete millones de personas entre 1933 y 1934. El año pasado fue un poco más allá y presionó al Parlamento ruso para que aprobara una ley que impidiera «igualar» las fechorías de Hitler con el papel «liberador» de la Unión Soviética. Y lo consiguió, a pesar de que, en 2019, la Unión Europea situó oficialmente al comunismo al mismo nivel que el nazismo mediante una resolución en la que se condenaba que «ambos regímenes cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones».

La gran herida de Ucrania
Pocas veces se ha referido el presidente a las heridas más importantes que ha sufrido Ucrania, pues no le conviene presentar al país que ansía controlar como una víctima. Esa «desnazificación» es, sin embargo, contradictoria, si tenemos en cuenta que la mayor cicatriz de los ucranianos no se ha sanado todavía. Hablamos de la matanza de Babi Yar perpetrada por la Alemania nazi, en un barranco de Kiev, en la que perdieron la vida más de 33.000 ucranianos en tan solo dos días. Una masacre que es considerada hoy por muchos historiadores como el episodio con el que Hitler dio el pistoletazo de salida al Holocausto.

Retrato de Hitler, durante la década de 1930
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Retrato de Hitler, durante la década de 1930 - ABC
«Los nazis les dijeron a todos los judíos que vinieran al barranco de Babi Yar con sus documentos y pertenencias. Se rumoreaba que los enviarían a trabajar a Alemania. Mi abuela comenzó a empacar, pero mi abuelo le dijo: ‘Quédate en casa con nuestro hijo. Mi hermano y yo iremos a ver qué pasa’. Ambos fueron con su madre y nunca regresaron», contaba Polina Dudchenko, a EFE, en septiembre. Esta doctora de Kiev recordaba que, en los días posteriores, su abuela se encontró con un conocido, que se sorprendió al verla: «¿Cómo es que todavía estás viva y no estás en Babi Yar?», le preguntó. Después de aquello, se pasó mucho tiempo escondiéndose y ocultando sus raíces judías.

«Necesitamos recordar lo que pasó, porque si no lo hacemos, estas atrocidades pueden repetirse», añadía Dudchenko. Y es que lo ocurrido fue tan sobrecogedor que Shostakóvich le dedicó su sinfonía número 13, a la que bautizó precisamente como ‘Babi Yar’. Asimismo, Vasili Grossman y Iliá Ehrenburg comenzaron su ‘Libro Negro’ con el mismo suceso, que comenzó con la llegada de las tropas de Hitler a Kiev el 19 de septiembre de 1941.

Con música
La invasión formaba parte de la famosa ‘Operación Barbarroja’ con la que el dictador alemán buscaba invadir y derrotar a la Unión Soviética. El día 28, los nazis distribuyeron folletos por toda la capital ucraniana en las que advertían: «Todos los judíos residentes en Kiev y sus alrededores deben presentarse mañana lunes a las ocho de la mañana en la esquina de las calles Melnikovsky y Dokhturov. Deben portar sus documentos, dinero, objetos de valor y también ropa de abrigo. Cualquier judío que no cumpla estas instrucciones y sea encontrado en algún otro lugar será fusilado. Cualquier civil que entre en las propiedades evacuadas por los judíos y robe sus pertenencias será fusilado».

Reportaje del Cultural ABC sobre como Shostakovich se enfrentó a los nazis con su música
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Reportaje del Cultural ABC sobre como Shostakovich se enfrentó a los nazis con su música - ABC
Al día siguiente comenzaron las ejecuciones. No había tiempo que perder, por lo que se produjeron a una velocidad de vértigo. Según iban llegando, los guardias les conducían hasta el punto exacto donde iban a ser ejecutados. Antes, les ordenaban desnudarse para confiscarles la ropa y comprobar que no llevaban dinero ni otros objetos valiosos. Una vez en el borde del barranco, con la música a todo volumen y un avión sobrevolando para disimular los gritos, les mataban con un tiro en la cabeza.

Grossman escribió en su libro que Babi Yar fue la puesta de largo del genocidio a través de las balas, el cual se amplió más tarde con el uso del gas. En este sentido fueron claves los 3.000 hombres de la Einsatzgruppen, un conjunto de escuadrones de ejecución itinerantes formados por miembros de las SS. Dentro de esta organización había otros grupos más pequeños que se encargaban de diferentes tareas. Por ejemplo, los que tenían que concentrar a la población que había que ejecutar y los que después fusilaban a destajo. Muchos de estos últimos cumplían con su deber borrachos.

33.771 asesinatos
En tan solo 48 horas, los soldados germanos acabaron con la vida de 33.771 judíos que, hasta el último momento, conservaban la esperanza de que iban a deportar. La víctima más joven que pudo identificar el Centro Ucraniano de Conmemoración de Babi Yar fue un bebé de apenas dos días. En su libro 'Un documento en forma de novela', publicado en 1966, Anatoly Kuznetsov recuerda el testimonio de una mujer judía que pudo escapar: «Miró hacia abajo y sintió un mareo. Tenía la sensación de estar muy alto. Bajo ella había un mar de cuerpos cubiertos de sangre».

Durante décadas, Moscú esquivó la dimensión antisemita de aquella tragedia a la que el atual presidente Zelenski se refirió hace no mucho en Ucrania: «Babi Yar. Dos palabras cortas que suenan como dos disparos, pero traen extensos y horribles recuerdos a varias generaciones. Porque ellas saben y recuerdan que en Babi Yar sonaron no dos disparos, sino cientos, miles, decenas de miles [...]. Habrá quien escuche estas dos palabras aterradoras y estos números espantosos por primera vez».