Donde muchas familias vieron una vía rápida para obtener financiación fácil había, en realidad, la puerta de entrada a una deuda casi perpetua Consumo. Las tarjetas 'revolving' alientan una nueva oleada de reclamaciones contra la banca

Centro comercial. Una persona pasea tranquilamente entre las tiendas cuando de repente un agente comercial la asalta para ofrecerle una tarjeta de crédito. Es fácil de conseguir, sin apenas tiempo de espera y con posibilidad de disponer del dinero sin retardos. ¿Los intereses? Ahí está la clave.

Es probable que muchas personas reconozcan esta escena que se repite a menudo en centros y superficies comerciales. Detrás de ella está gran parte de la proliferación de las tarjetas revolving, esto es, tarjetas de pago que se utilizan fundamentalmente para financiar los pagos al consumo, con líneas de crédito de hasta 5.000 o 6.000 euros que se van amortizando de forma aplazada, en cuotas con sus correspondientes intereses. Dichos intereses se mueven entre el 20%-30%, frente al 7%-11% del interés medio establecido por el Banco de España para los préstamos de estas características; ese desfase llevó al Tribunal Supremo a hablar de "usura" y ha agitado una oleada de demandas de reclamación contra las entidades.

Donde muchas familias vieron una vía rápida para obtener financiación fácil había, en realidad, la puerta de entrada a una deuda casi perpetua. "El pago eterno", lo llaman en la Agencia Negociadora de Productos Bancarios, "es decir, que nunca se termina de pagar porque no se empieza a amortizar y todo lo que se paga son intereses". En la agencia aseguran que cada vez tienen más reclamaciones de familias con serias dificultades derivadas de este tipo de productos.

Sus números lo respaldan: el peso específico de las tarjetas revolving en el total de las deudas por crédito al consumo de quienes solicitan una reagrupación ha crecido desde el 11% de 2017 hasta el 14% en 2018 y un 21% sólo en lo que va de 2019. Un 10% en menos de dos años. ¿Por qué? "Porque es muy fácil de conseguir", sentencian. La cara B de esa sencillez está en los intereses que exigen, ya que se trata del crédito más caro que hay en el mercado; más que los créditos al consumo al uso y mucho más que las hipotecas, el tipo de préstamo más habitual.

La agencia, que actúa como mediadora crediticia ante las entidades financieras para negociar la reagrupación de deudas de sus clientes, apunta además que no sólo suben los casos, sino también el importe medio que las familias cancelan por tarjetas revolving, que ha pasado de 5.000 euros en 2017 a los 7.000 euros actuales.


Más crédito al consumo

Todos estos datos se enmarcan dentro del rápido incremento que ha tenido en los dos últimos años el crédito al consumo. La recuperación de la economía y del empleo ha inyectado confianza en el sistema y ha animado a los hogares a retomar la compra de bienes como electrodomésticos, muebles o automóviles, que se frenaron durante la crisis. A esto se suma la amplia oferta por parte de las entidades que, con los tipos de interés en mínimos históricos, han hallado en este tipo de créditos una vía para contrarrestar las bajas rentabilidades del resto de ramas del negocio.

El resultado es un incremento del crédito al consumo superior al 40% desde 2015, según los datos del Banco de España. La evolución ha provocado que el propio regulador lance un mensaje de cautela a las entidades. El gobernador, Pablo Hernández de Cos, ha pedido a la banca que endurezca las condiciones de concesión de los préstamos personales ante el repunte de la morosidad.

En esta línea, la última Encuesta sobre Préstamos Bancarios en España publicada por el regulador asegura que "los criterios de concesión de préstamos para consumo y otros fines se endurecieron entre abril y junio de 2019" como consecuencia de una menor tolerancia al riesgo por parte de los bancos y de "un empeoramiento de las condiciones de solvencia de los prestatarios".

Desde la Agencia Negociadora coinciden en este diagnóstico y no hablan tanto de "sobreendeudamiento" de los hogares como de "malendeudamiento", que resulta "pernicioso y peligroso" para la estabilidad financiera de la familia. Esto se deja notar también en la composición de la deuda: el porcentaje de crédito no destinado a la compra de vivienda (crédito al consumo) en el total de lo refinanciado en una operación de agrupación de deudas es de aproximadamente el 20%. De otra manera: uno de cada cinco euros que refinancian las familias españolas provienen del crédito al consumo y el resto corresponde a la hipoteca.

"El problema es que pagar ese 20% del total genera muchas dificultades, porque los intereses son muy elevados y con frecuencia son deudas que se contraen sin criterio alguno", aseguran en la compañía. Dentro de ese porcentaje de crédito al consumo, una parte pertenece al crédito propiamente dicho y otra al crédito procedente de tarjetas en una proporción de uno a tres, es decir, por cada euro que se debe de crédito al consumo, tres se deben al aplazamiento de tarjetas.
"Usura"

Miles de tarjetas revolving han sido comercializadas en los últimos años mediante campañas que resaltaban la posibilidad de acceder a créditos rápidos sin apenas trámites.

Esta es una de las "trampas" que los usuarios deben tener en cuenta, tal y como destacan desde Reclama por mí. En la plataforma gestionan un número creciente de reclamaciones legales que han encontrado amparo en una reciente sentencia del Tribunal Supremo que considera que, si se cumplen los requisitos para considerar que un crédito infringe la Ley de Represión de la Usura, se deberán considerar abusivos y por tanto, nulos. "La norma, dictada en 1908, no pone límites precisos pero sí fija los requisitos para considerar que un préstamo es leonino: lo será aquel que fije un interés 'notablemente superior al normal del dinero' y que sea 'manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del caso'", apuntan.