El paciente es un menor de 10 años que tenía el maxilar inferior fracturado por la extracción de un tumor.
Un equipo de cirujanos en China logró implantar con éxito una mandíbula fabricada con una impresora 3D a un niño de 10 años. La intervención, que se ha hecho pública esta semana a través de los medios estatales del país, es la primera de este tipo que se realiza a un menor de edad en todo el mundo, lo que confirma las infinitas aplicaciones de una tecnología que permite reconstruir huesos con una precisión imposible de conseguir con los métodos tradicionales.

La intervención se produjo el pasado enero, pero no ha salido a la luz hasta tres meses después, una vez se ha confirmado que el paciente es capaz de hablar y comer con normalidad. Se trata de Feng Xiaoxiao (nombre bajo pséudonimo), un niño de 10 años que sufría una fractura en la parte inferior derecha de su mandíbula tras someterse a una cirugía que se le practicó con el objetivo extirparle un tumor. Como pasa en muchos de estos casos, el bulto fue extraído pero su maxilar inferior quedó dañado, lo que resultó en una deformación facial muy visible, dolores e incluso dificultades para comer y comunicarse.

“Con solamente diez años de edad, si no se reparaba la mandíbula dislocada había muchas posibilidades de que el paciente sufriera secuelas psicológicas el resto de su vida”, explicó el cirujano encargado del caso, Lai Qingguo, al periódico local Science and Technology Daily.

El problema era que los métodos de reconstrucción mandibular tradicionales, basados en el uso de injertos óseos revascularizados no servían para el pequeño Feng. Los médicos descartaron usar parte de su peroné o de su cadera (de donde normalmente se extraen los injertos) por tener esos huesos aún demasiado finos y evitar así futuros problemas cuando creciera.

El doctor Lai, que había seguido de cerca el desarrollo de prótesis fabricadas con impresoras 3D en Londres, pidió autorización para diseñar por ordenador y junto a su equipo del Hospital número dos de la Universidad de Shandong, situada en la ciudad china de Jinan, una mandíbula de titanio para el paciente. Los médicos tuvieron en cuenta al crearla no solamente las medidas actuales de Feng, sino también las de todo su esqueleto porque el niño sigue creciendo. “La mandíbula que imprimimos coincidía completamente con sus huesos. Es como cuando uno compra zapatos, que se ajustan con precisión a sus pies, pero en este caso casi de forma hermética. Fue una mandíbula personalizada, hecha a medida”, ilustró el cirujano. Esta tecnología, afirman desde el equipo, ha sido utilizada para trasplantar mandíbulas a adultos, pero nunca se había aplicado a niños.

La operación, que duró unas tres horas, se realizó con éxito y el implante se ajustó bien a los huesos y articulaciones adyacentes. Tres meses después, los médicos no han detectado efectos secundarios ni complicaciones. Tampoco se nota en la cara de Feng Xiaoxiao una asimetría que permita deducir que ha sufrido un trasplante. “Para él, es como si le hubieran colocado unos implantes dentales”, explicó Lai. “La tecnología de impresión 3D será clave para el futuro de la medicina personalizada”, añadió.