¿Cree que hay que beber ocho vasos de agua al día? ¿Y que la cara mate del papel de aluminio o los transgénicos son tóxicos? El bioquímico recoge en el libro '¿Qué es comer sano?' los 101 engaños más extendidos sobre la alimentación

¿Quién no ha escuchado alguna vez la recomendación de que hay que beber ocho vasos de agua al día? ¿O que comer panga es peligroso para la salud? ¿Y que la cara mate del papel de aluminio o los transgénicos son tóxicos? En el mundo de la alimentación circulan infinidad de mitos y el científico J. M. Mulet pretende desterrarlos todos. Los hemos oído en tantas ocasiones que han conseguido hacerse un hueco en el imaginario colectivo como verdades absolutas, tanto que incluso condicionan nuestros hábitos nutricionales y, por lo tanto, nuestra salud. "Algunos son como los chistes, que tienen un origen espontáneo, pero otros se propagan intencionadamente porque determinadas industrias quieren vender algo o dar mala imagen a algún alimento. Además, ahora vivimos en una sociedad donde los mitos tienen todo el mundo para expandirse rápidamente", explica Mulet, licenciado en Química, doctor en Bioquímica y Biología molecular por la Universidad de Valencia y profesor de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia.

El científico recoge los 101 engaños más extendidos sobre la alimentación en el libro '¿Qué es comer sano?' (Destino) para ayudarle a orientarse cuando escuche el próximo comentario en la cola del súper. En su labor de divulgador, recibe en su blog centenares de dudas sobre diversos alimentos. "Cuanto más común es un alimento, más dudas genera", explica, y aquí habla de los conocidos como los cinco venenos blancos: leche, azúcar, pan, sal y arroz. "Son productos que todo el mundo ha comido. Pero si fueran veneno lo mínimo que se le puede pedir es que sea más eficaz", argumenta irónico como crítica a la información alarmista.

En su libro, a modo de prólogo, Mulet elabora un top tres de los mitos de los que más ha leído o sobre los que más le han preguntado.

    - Somos lo que comemos. Según el experto, esta afirmación no tiene mucho sentido. "La comida no tiene influencia en nuestro carácter. Una persona que coma carne no es más agresiva ni peor persona que un vegetariano", alega.
    - El tomate ya no sabe a tomate. "¿A qué sabe el tomate ahora? La realidad es que hay muchos tomates insípidos ya que lo más probable es que los hayan recolectado verdes y hayan madurado en cámara", explica.
    - Nuestras abuelas comían mejor. "La mía pasó una posguerra terrible con hambre y privaciones". Además, "hoy comemos con más seguridad alimentaria que en la época de la abuela".

Estos son sólo una muestra, pero hay muchos otros sobre los que pone el acento.

¿Qué mito se ha instaurado tanto que ha acabado pareciendo verdad y es difícil de desterrar?
    El de los ocho vasos de agua al día. ¿Cuánta gente piensa que hay que beber eso? He visto máquinas que se han puesto de moda en los trabajos y en los gimnasios con un cartel que lo pone. En realidad, está muy promocionado por la industria del agua embotellada. No hay que afirmar que hay que beber una cantidad determinada, sino lo que necesitemos en cada caso. También el de que la copa de vino al día es sana es un mito con mucho interés detrás. No es casualidad que se encuentre con propaganda oficial de organismos públicos promocionándolo y tiene que ver con que España es un país productor. Si te tomas una copa no pasa nada, pero tampoco te va a beneficiar a la salud.
¿Y cuál es el más peligroso o irresponsable?


    Los más peligrosos son todos los que te dicen que te puedes curar del cáncer con una dieta determinada, con zumos, etc. como los que aseguran que la planta del kalanchoe cura el cáncer. Si hablas con cualquier oncólogo te dirá que todos los años tienen dos o tres pacientes que dejan el tratamiento para irse a una terapia a base de zumos o dietas porque si vas a cualquier librería encontrarás muchos sobre este tema, un peligro para la salud pública. Está el caso de Steve Jobs (que trató su cáncer con zumos) lo que indica que no es una cuestión de nivel cultural o económico.
¿Cuál es el más surrealista que has escuchado nunca?


    Hay muchas leyendas urbanas, como la de que hay una cadena de comida rápida (KFC) que utilizaba pollos mutantes con seis alas y cuatro muslos y que por eso le cambiaron el nombre, porque la ley no le permitía anunciar que vendían pollo. Ese mito es ridículo, pero hay muchos. Desde que la Coca-Cola con Baylis es mortal si se mezcla en el estómago o el de que no se puede beber agua cuando se come pulpo.


¿Qué producto hemos pensado siempre que era saludable, pero se ha descubierto que no lo era tanto?
    Durante mucho tiempo los diabéticos pensaban que podían comer fructosa y hoy sabemos que no es aconsejable ni para un diabético ni prácticamente para nadie, pero como tiene un nombre que suena a fruta, a saludable, parece que sea sano.


¿Y al revés? ¿Ese que en los últimos años se ha sabido que era sano?
    La mayoría de los mitos populares son falsos o son ciertos a medias y es complicado encontrar uno que lo sea. El de que cuando tienes infección de orina el zumo de arándanos es bueno tiene cierta base. Se ha probado que el zumo de arándanos tiene un compuesto que impide que las bacterias se queden fijadas al tejido.

El aceite de palma es uno de los productos más señalados como perjudicial para la salud en los últimos años. ¿Qué hay de cierto en ello?
    El problema no es tanto el aceite de palma como los productos que lo llevan, que son bollería industrial, chocolates, dulces..., de los que no nos conviene abusar. Es por el ácido palmítico que contiene, pero la leche materna tiene un 1% y el aceite de oliva un 10%. Ahora parece que es el demonio porque se ha puesto de moda, como la panga que es un pescado que no es ninguna maravilla gastronómica, pero se puede comer, y de repente ha pasado a ser un veneno. De no ser una maravilla a ser un veneno hay una diferencia notable.


¿Qué podemos hacer para orientarnos en este maremágnum de información?
    Mi primer consejo es que no hagan caso a nada que les llegue por Whatsapp, ni de los letreros grandes de los productos alimentarios, del tipo "rico en hierro", "rico en potasio" o "recomendado por la asociación tal", y que se fijen más en la letra pequeña, principalmente porcentaje de azúcares y grasas. Y, sobre todo, que se olviden de los apellidos de la comida. No es tan importante que una comida sea ecológica y sin pesticidas, sino lo que es la comida en sí. Todo lo que se vende de los supermercados es seguro. Punto.